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OPINIÓN I La explotación de Shein que nadie quiere ver

El documental Untold: Inside The Shein Machine destapó las condiciones dentro de las fábricas

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Faábrica de Shein en Guangzhou, China

PAULA LAFUENTE

Barcelona

En el mundo del fast fashion, marcas como Shein han aumentado sus ventas y su popularidad, pero detrás de estos precios asequibles, se esconde una realidad silenciada: la explotación laboral e infantil en las fábricas de producción de ropa. Para dar voz a este tema, la cadena británica Channel 4 entró a las fábricas de la marca china y destapó el lado oscuro que hay detrás de la industria y resultó ser peor de lo imaginado. Creo que es necesario dar visibilidad a las nefastas condiciones laborales y la carencia de derechos humanos que soportan los trabajadores.

En el documental, la periodista Iman Amrani se infiltró en una de las fábricas de producción de Shein haciéndose pasar por una empleada. Una vez visitada la fábrica, afirmó que tenía un sistema “inhumano” que contaba con una jornada 120 horas a la semana y con solo un día de descanso al mes. En relación con el salario, por estas 18 horas trabajadas al día, los trabajadores reciben unos 565 euros por producir unas 500 prendas por día. Aun así, Shein para defenderse después de la publicación del documental, hizo un comunicado en el que afirmaba que “según una auditoría independiente, los trabajadores cobran de media un salario por hora que duplica el salario mínimo local”, aunque esta supuesta auditoría es de dudosa credibilidad y aparenta ser una excusa para tapar sus verdaderas condiciones ilegales.
Además, estas cifras pueden bajar aún más si el trabajador se equivoca al realizar alguna prenda, este error supondría una deducción de hasta dos tercios del salario. Esta forma de sanción a los productores acentúa la calificación que le dio la periodista a la fábrica una vez visitada, en este caso en términos de precariedad laboral y salud mental, ya que les somete a una presión butal hacia la “perfección”. Aunque Shein afirmó en un comunicado “haber invertido 15 millones de dólares en mejorar las condiciones laborales de sus cadenas de suministro”, la explotación y el olvido persisten, porque la atención se desvía rápidamente a los descuentos y los bajos precios.
También hay que tener en cuenta la edad de algunos de los trabajadores: los niños, un colectivo muy vulnerable ante la explotación y la pérdida de una etapa tan importante en la vida como lo es la infancia. Muchos menores se ven obligados a abandonar el colegio para someterse a jornadas laborales a su temprana edad y no tienen tiempo para jugar, relacionarse entre ellos ni para pasar tiempo con su familia.

Es muy importante que los consumidores de este tipo de marcas tomen conciencia de lo que se oculta detrás de la ropa y productos tan baratos y sus descuentos. El hecho de consumir debería ir más allá de la elección estética y se tendrían que considerar otros aspectos más éticos detrás de la producción de cada prenda. Ignorar la explotación laboral e infantil solo hace que las condiciones empeoren, ya que cuanta más demanda haya, más producción se necesitará y los trabajadores tendrán que fabricar más y en peores condiciones; convirtiéndose así en un círculo vicioso. 
Es necesario que las personas se informen sobre la procedencia de la ropa que llevan y que prioricen la calidad, los materiales y las condiciones con las que se ha elaborado el producto, y que tengan en cuenta estos aspectos para comprar en otras marcas que tengan valores éticos, aunque este hecho suponga unos precios más elevados. Por este motivo, la calidad de la ropa y la calidad de vida de los trabajadores que la fabrican va de la mano.
Algunas alternativas a Inditex, Shein y otras tiendas online de fast fashion son las marcas locales y sostenibles que cuidan tanto su ética, como su producción, trabajadores y materiales. Estas son diferentes marcas para consumir de una forma más responsable; para comprar zapatos veganos y sostenibles una muy buena opción es la marca Sayebrand, para la ropa de diario Róuri, que está hecha artesanalmente y con materiales sostenibles. Por último, para sustituir la ropa de deporte de Shein y su maquillaje de Sheglam, que son artículos muy consumidos por sus bajos precios en comparación a marcas buenas dedicadas exclusivamente a ese tipo de productos, en primper lugar está Fitplanet, que además organiza actividades para ayudar al medio ambiente y, por otro lado, Wilda, una marca de cosméticos y “maquillaje natural, vegano y sostenible, diseñado y producido en España por y para mujeres poderosas”, según se definen en su web.
Con estas otras opciones, se puede intentar cambiar el tipo de consumo progresivamente hacia estas marcas que cuidan su ética, sus materiales, su producción y su impacto medioambiental; frente a la explotación y baja calidad de los productos fabricados en Shein.

 

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